Introducción 2020

Cuando escribimos este texto estámos vivien- do el segundo confinamiento del año 2020 y todos los bares y burdeles tienen que cerrar. Pero no sabemos todavía hasta cuando … Este año muchos ingresos en el trabajo sexual han colapsado. Eso es especialmente drástico para las trabajadoras* sexuales migrantes que muchas veces no solo tienen que mantenerse a si mismas* sino también apoyan económi- camente a sus familias en su país de origen. Estas mujeres* que trabajan en sectores que básicamente necesitan el contacto directo con el cliente, no pueden apenas pagar sus deudas este año, casi no tienen dinero para los tests de Corona ni pueden pagar sus rentas ni las de sus familias. Por segunda vez en este año están sin trabajo.
Sin embargo es importante mencionar que en otros sectores del trabajo sexual que se consumen online (como p.e. la pornografía, videos, camsex) los ingresos han aumentado y las trabajadoras* sexuales se alegran de más altos ingresos.
Durante la pandemia se mostró la relevancia de ciertas profesiones para el sistema capi- talista y como ciertos grupos de personas en estas profesiones son explotados sistemáti- camente. Los así llamados trabajos de cuida- do como p.e. asistencia, cuidado de niños o apoyo familiar son realizados principalmente por mujeres* migrantes – muchas veces como trabajo de casa no pagado, vistos como social- mente necesarios. Ellas* cubren la demanda creciente en países del norte global como Austria.
Para muchas personas la satisfacción sexual es parte de las necesidades básicas. Por eso el trabajo sexual se puede ver también como tra- bajo de cuidado. Sin embargo no es valorado ni regulado como tal.
Ahora es cuando nos tenemos que conectar más y expresar claramente que el trabajo se- xual ya no debe ser un tabú ni debe ser es- tigmatizado. Lo decimos más alto y más claro:
¡El trabajo sexual es trabajo! Los derechos de las trabajadoras* sexuales son derechos hu- manos.
