en  | de  | es  | ro  | hu

Nuestra Posición

maiz lleva 28 años trabajando con trabajadores del sexo inmigrantes y ha luchado desde el principio contra la mezcla de los debates sobre la prostitución forzada y la victimización de las trabajadores del sexo inmigrantes. Sin embargo, somos conscientes de que, como autoorganización de mujeres inmigrantes, no podemos representar los intereses de las trabajadores del sexo.

Por lo tanto, el problema de la representación en este contexto debe ser siempre objeto de una reflexión crítica. Sin embargo, nos posicionamos como una autoorganización de migrantes que ha estado trabajando con trabajadores sexuales migrantes desde sus inicios, y como una autoorganización de migrantes que vincula la experiencia práctica con los debates teóricos y científicos. No nos interesa legitimar nuestro discurso trabajando con los trabajadores del sexo, nos interesa tomar una posición política.

Se trata de la indignación!

Estamos indignados por la forma en que se habla de los (migrantes) trabajadores del sexo , indignados por el lenguaje violento que prevalece y que (re)produce prejuicios, clichés y atribuciones y, por lo tanto, discrimina y estigmatiza a los trabajadores del sexo, ¡y especialmente a los migrantes que ejercen el trabajo sexual!

Nos indigna que los debates no se centren en la falta de derechos (laborales) de los trabajadores del sexo y de los migrantes, sino en la aplicación de más medidas restrictivas en relación con el trabajo sexual y también con la migración.

Si realmente queremos luchar contra la explotación, necesitamos más derechos (laborales) para los trabajadores del sexo y los inmigrantes.

En este contexto, subrayamos repetidamente la importancia de una disociación discursiva del fenómeno o construcción político-jurídica de la trata de seres humanos del trabajo sexual.  El propio trabajo sexual se define a menudo como la causa de la trata de personas.

 La consecuencia de esta perspectiva es que no se combate la normativa migratoria restrictiva, el verdadero caldo de cultivo de la explotación de los inmigrantes, sino el trabajo sexual y los propios trabajadores del sexo.

Las trabajadores del sexo no son víctimas per se, los inmigrantes no son víctimas per se de la trata. En nuestra opinión, la lucha no debe ser contra un grupo específico de personas, sino contra las condiciones y estructuras violentas imperantes.

Los debates actuales, que asocian predominantemente el trabajo sexual con la coacción y la violencia, distorsionan las condiciones reales y ocultan las condiciones marco estructurales que llevan a que sigan siendo predominantemente las mujeres o los inmigrantes los que se dedican al trabajo sexual. También se ignoran las condiciones generales que favorecen la explotación.

Además, este desvanecimiento, por ser tan poderoso, hace imposible abordar las condiciones existentes que son más complejas y heterogéneas que las polarizaciones simplificadas que caracterizan los debates actuales.